Hacer las cosas normales con Dios

Imagine el espacio dentro y fuera de su casa como un jardín, su jardín. 

Usted es el jardinero, el administrador de todo lo que hay en ese pedazo de terreno; la casa y todo lo que en ella hay.

Este no es un simple ejercicio de imaginación, es el motivo principal por el cual las Escrituras nos dicen que fuimos creados.

La historia del Edén en Genesis establece exactamente el mismo argumento: Dios puso a un hombre y a una mujer sobre una parcela de tierra. ¿Y cuál era su propósito? Administrar el lugar que Dios les había otorgado como hogar. (Genesis 2:8-15)

La obediencia a Dios” en aquel jardín se trataba simplemente de esto: ser junto con Él, un administrador creativo. Y “la adoración a Dios” en ese lugar era sencillamente una expresión natural de deleite en y a través de nuestros actos de mayordomía creativa.

Como líder de las tribus de Dios, Moisés lo sabía y conocía lo que ello implicaba, conocía el argumento principal de la historia. Entonces justo antes de enviar a Su pueblo a la tierra prometida, tribu por tribu y familia por familia, les dio este consejo a los padres:

[Si quieren permanecer como pueblo de Dios por generaciones,]
Hablen de Dios a sus hijos y enséñenles Sus caminos,
Adórenle juntos en su vida diaria, dentro y fuera de casa.
Vivan como Su pueblo en las actividades del día a día.
Así es como se ama a Dios con todo su ser.

– Deuteronomio 6:4-9 [paráfrasis]

¿Cómo vamos a hacer esto en nuestros hogares?

Primero, recuérdese a usted mismo que el plan de Dios para la humanidad no ha cambiado. Nuestro propósito espiritual más profundo se centra en vivir haciendo nuestras actividades cotidianas con Dios, de lunes a sábado (el séptimo día se separa simplemente para descansar con Él).

Esta vida “con Dios” se produce mediante la construcción de la memoria muscular espiritual, practicando el estar “delante” de Dios durante el día. En resumen: Tenga en cuenta y recuerde que Él está a su lado durante todo el día, tal como estuvo presente con Sus primeros hijos en su jardín. 

Recordar que Él está a su lado durante todo el día (para hablar, quejarse, agradecer y buscar consejo) gradualmente lo convertirá en la relación principal de su “jardín santuario”.

Luego a medida que vive con Él dentro y alrededor de su hogar, invite a sus hijos a unirse a usted, recordándoles siempre:

“Cuando les pido que hagan esto o aquello conmigo, lo hacemos para crear bondad y belleza ya que esa es la verdadera marca de lo que significa ser del pueblo de Dios. Y hagamos lo que hagamos, lo hacemos con gran entusiasmo como para el Señor”   – Colosenses 3:23

Tim Brygger